Este artigo de opinião foi publicado no jornal 'La nacion' da Argentina. E se refere as ordens do governo argentino que está proibindo importações de produtos de outros países, inclusive do Brasil.
Por Joaquín Morales Solá | LA NACION
Cristina Kirchner quiere un enemigo. Tarde o temprano,
siempre lo termina construyendo según la medida de su necesidad
política. Ahora le tocó al mundo. Los Estados Unidos están a punto de
sacarle a la Argentina las ventajas comerciales para exportaciones
nacionales. El rey Juan Carlos viajará en los próximos meses a México,
Brasil y Chile. En un recorrido parecido al de Barack Obama en su
momento, pasará por el cielo de la Argentina sin aterrizar en Buenos
Aires en medio del grave conflicto por el control de YPF, propiedad
mayoritaria de la española Repsol.
El Fondo Monetario Internacional podría dictar duras sanciones contra la Argentina
en los próximos tres o cuatro meses para castigar sus trastornos
estadísticos y económicos, según adelantaron inmejorables fuentes. Los
empresarios de Brasil y Chile están presionando fuertemente a sus
gobiernos para que tomen distancia de un régimen argentino de
importaciones que depende de la voluntad absoluta y contradictoria de un
solo hombre. La bronca europea oscila entre las trabas comerciales de
Moreno, el caso Repsol y la inexplicable sobreactuación argentina contra los británicos por Malvinas.
¡Qué maravilla! Hemos argentinizado YPF sin poner un peso.
La exclamación fue de Néstor Kirchner poco después de que la familia
Eskenazi accediera a parte del paquete accionario y al gerenciamiento de
la petrolera. Se la dijo a un funcionario que todavía está en la
administración. No se hacen esas cosas sin poner un peso. La compra de
acciones por parte de los Eskenazi debía ser pagada con sus ganancias en
la empresa.
Ese fue el acuerdo de Repsol con los Eskenazi, que Kirchner respaldó y del que luego se ufanó.
No es cierto que no se invirtió. YPF invirtió. ¿Pudo invertir más? Sí,
pero el acuerdo para argentinizarla obligaba a liquidar las ganancias
, recordó otro funcionario que trabajó en el acuerdo. El presidente de
Repsol YPF, Antonio Brufau, le recordó los términos de ese pacto al
propio representante del Estado, Roberto Baratta, durante una tensa
reunión del directorio de la compañía. Los españoles no saben ya qué ha
cambiado desde entonces, ni quién es ahora un interlocutor argentino
fiable, ni qué es lo que quiere la Presidenta.
Quiere el espectáculo de la guerra, por ahora. En la
famosa reunión del directorio en la que no pudieron ingresar Baratta y
dos funcionarios nacionales, Axel Kicillof y Daniel Cameron, hubo una
mediación frustrada. Un miembro independiente del directorio, Mario
Blejer, consiguió que Brufau accediera a que se sentaran en la reunión
Cameron y Kicillof; éstos habían aceptado antes la mediación de Blejer.
Cuando llegó la invitación, los funcionarios se negaron a ingresar.
Habían consultado con Cristina Kirchner y ésta les ordenó rechazar la
mediación. Luego, los funcionarios denunciaron ante los periodistas que
no se los dejó entrar, lo cual fue cierto en el primer momento, pero no
en el último.
En una segunda reunión, los mismos funcionarios, ya en
reunión de directorio, aceptaron aprobar la memoria y el balance, aunque
pidieron un cuarto intermedio para redactar dos objeciones parciales.
Cuando regresaron, anunciaron que votarían en contra de todo el balance y
que no le agregarían nada. La Presidenta había vuelto a obturar
cualquier posibilidad de acuerdo.
La tercera reunión fue la del miércoles pasado. La
mayoría de los accionistas de YPF, Repsol y los Eskenazi anunciaron que
no liquidarían dividendos de los años 2010 y 2011, que usarían esos
recursos para capitalizar la empresa, que no comprarían dólares y que no
girarían divisas al exterior. Era la respuesta perfecta para las quejas
presidenciales por la liquidación de ganancias. La Presidenta volvió a
rechazar el acuerdo y pidió que ese dinero no sirviera para capitalizar
la empresa, sino para crear un "fondo de inversión".
Una empresa capitalizada está en mejores condiciones de
conseguir créditos para inversiones. Es improbable, además, que los
dueños de YPF usen esa capitalización para hacerse de dólares en Nueva
York, como denunció Kicillof. Incurrirían en una mentira o en una
traición. En tal caso, la maquinaria de inteligencia y mediática del
Estado les caería encima en el acto.
Los dueños de YPF decidieron no sentar el precedente de
un "fondo de inversión", que luego el Gobierno podría digitar a su
antojo. ¿Por qué no reclamaría más recursos para ese fondo? ¿Por qué no
podrían pagarse con esos recursos las importaciones de combustibles, que
este año podrían oscilar entre los 10.000 y los 12.000 millones de
dólares?
Las inversiones de Repsol en la Argentina son las
inversiones industriales más importantes de España en el mundo. En la
Argentina está la primera colectividad española en el exterior. El rey
Juan Carlos tiene una histórica relación con la sociedad argentina y con
la propia Presidenta. El monarca rompió todas las reglas del Estado
español cuando en 2007, poco antes de las elecciones que ganó Cristina,
recibió a ésta en su residencia de verano. El rey no recibe visitas
extranjeras durante sus vacaciones ni se reúne con candidatos. La
Presidenta nunca le devolvió ningún favor.
Yo no le aconsejaría al rey que viaje ahora a la Argentina
, dijo un funcionario español, que aceptó que Buenos Aires es una
escala indefinida e inasible para todo el gobierno de su país. El
funcionario español había tenido acceso a los informes que revelaron la
exasperada reunión de Cristina con el príncipe Felipe durante los fastos
de su asunción, en diciembre pasado. ¿Para qué iría el rey ahora a Buenos Aires en medio de la disputa por Repsol, que es una cuestión de Estado para España? , se preguntó el funcionario.
El caso Repsol, que tiene un 20 por ciento de sus
acciones en manos de norteamericanos, y las restricciones para acceder
al dólar y para liquidar dividendos, han destruido cualquier posibilidad
de inversión externa o local. ¿Quién traería dólares al país si después
no podría sacarlos? Un prestigioso analista económico fue contratado
por dos fondos de inversión, uno en Miami y otro en Bruselas, para dar
conferencias ante potenciales inversores. No dio ninguna conferencia.
Cobró sus honorarios y se volvió sin poder hablar. No hubo ningún
interesado en invertir en la Argentina.
Los industriales de San Pablo están en pie de guerra
con la Argentina. El método Moreno para las importaciones es tan
"indescifrable" para ellos como lo es el sistema cambiario argentino
para el BID, un banco amigo del Gobierno. Una delegación de empresarios
chilenos vino a Buenos Aires para reunirse con Moreno; querían conversar
sobre las limitaciones a las exportaciones chilenas. Moreno canceló la
reunión cuando los empresarios ya estaban en Buenos Aires, apenas 48
horas antes de que la Presidenta fuera a Santiago. Los chilenos no están
más serenos que los brasileños.
Sólo faltaba el aislamiento cultural. Llegó. La última
decisión de Moreno, que frenó la importación de libros y su compra por
Internet, es una de las más autoritarias que tomó la democracia
argentina. Los pretextos que respaldan esa decisión son embusteros.
¿Cristina Kirchner conoció con antelación la decisión sobre los libros?
¿Esa es la misma presidenta que autorizó personalmente el primer
homenaje a los valerosos jueces que juzgaron a las Juntas Militares en
1985, olvidados durante casi nueve años por el kirchnerismo?
Los libros no son de consumo masivo, es cierto, pero
son un símbolo de la libertad. ¿Sabe la Presidenta que las restricciones
a los libros (y, por lo tanto, a la cultura y al conocimiento) son una
vieja expresión del oscurantismo político? ¿Aspira a que ese sea el
legado de su presidencia? Los libros aparecen, así, como otro enemigo en
la larga saga presidencial de batallas culturales y de guerras
políticas.
http://www.lanacion.com.ar/1459426-la-argentina-enojada-con-el-mundo
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